La inclusión que buscamos necesita un impulso definitivo, necesita que de verdad empecemos a construirla sin tapujos, creyendo en ella desde todos los sectores implicados. No estamos ya en tiempo de cuestionarla, sino de llevarla a la práctica. Hablamos de una realidad ya recogida en toda la normativa educativa de referencia y actualidad y, por tanto; podemos opinar, criticar o juzgar, pero a todos los docentes les está obligado su cumplimiento.
Para ello necesitamos pasar a la acción, ir desarrollando medidas que la hagan una realidad, y deconstruir viejos modelos que ya no se ajustan al concepto de atención a la diversidad del alumnado con NEAE.

La escuela inclusiva, a raíz de las evidencias y avances en ciencia sobre neurodiversidad, adopta que todo su alumnado es diverso, y por tanto, tienen formas de afrontar los aprendizajes diferentes, usando estrategias ajustadas a las propias capacidades personales. Esto nos lleva a entender que el alumnado de atención a la diversidad no es aquel que presenta dificultades de aprendizaje, sino simplemente, aquel que aprende. Por tanto, la respuesta educativa que hemos de darle a la atención a la diversidad no debe encomendarse solo a los docentes que históricamente se han dedicado a ello, como son los maestros/as de PT o de AL, entre otros perfiles.

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Cualquier docente debe estar preparado para asumir este reto y ofrecer una respuesta abierta, flexible, universal y accesible para todo su alumnado. Por ello, antes de hablar del nuevo rol del maestro/a de Educación Especial, hemos de tener claro que para la nueva escuela inclusiva, el primer papel que hemos de redefinir es el de los maestros/as tutores y especialistas. Pero para ello se necesitaría abordar un cambio profundo en el sistema de formación inicial y permanente del profesorado, no dejando esta formación en atención a la diversidad en una cuestión voluntaria, sino obligatoria, ya que así nos lo piden  las actuales leyes y normas educativas cuando establecen la inclusión como principio del Sistema Educativo. Ningún docente debería salir de la universidad sin conocer estrategias de atención a la diversidad en la escuela inclusiva.

Un docente conocedor de las medidas que debe poner en el aula para favorecer la inclusión, conocedor de estrategias que permitan universalizar el aprendizaje, hacerlo accesible, gestionar y entender la diversidad, conocer y aplicar estrategias de co-docencia, generar actividades graduadas en complejidad, y conocedor de las alternativas que ha de incluir en sus diseños didácticos para favorecer el compromiso y participación de la diversidad del alumnado de sus aulas.

Es tiempo de acabar con la máxima de «estos no son mis alumnos/as», «no sé cómo atenderlos», «la respuesta a la diversidad requiere mucho esfuerzo», o mil excusas similares que trasladan el foco del problema a las dificultades de sus alumnos/as y la responsabilidad de su atención en el maestro/a de Educación Especial.

Como se podrá leer entre líneas, se les está pidiendo que conozcan aspectos básicos de las diferentes patologías, dificultades de aprendizaje, y estrategias de atención a la diversidad, no un conocimiento especializado, pero sí básico para trabajar en una escuela inclusiva. Para esa especialización me reservo, como explicaré a continuación, ese nuevo rol del docente de Educación Especial. Pero sí es ineludible, si queremos transformar el actual modelo, que cuando este especialista entre en juego, se hayan dado previamente una serie de premisas que hagan que los reajustes del diseño didáctico sean lo menos desproporcionados posible. Es imposible hacer una realidad la inclusión, si los factores necesarios para generar la participación y progreso de todo el alumnado del aula se convierte en una cuestión del PT o del AL, sin ser estos partícipes en la construcción de los ambientes, la metodología, las actividades o la evaluación que ha diseñado un docente que no está formado en la atención a la diversidad de todo ese alumnado.

Esto se antoja como la base de cualquier propuesta de escuela inclusiva. Sin esta base, el resto es imposible. Así de claro.

Una vez sentada esta premisa inicial e imprescindible, valoremos las funciones que el actual docente de Educación Especial debería desempeñar.

Para comenzar, este perfil debería pasar de estar dividido entre maestros/as de Pedagogía Terapéutica y maestros/as de Audición y Lenguaje, a una nueva división que podríamos denominar: maestros/as de Apoyo al proceso de Enseñanza-Aprendizaje, y maestros/as Especialistas en Ajustes Razonables.

El Maestro o Maestra de Apoyo al Proceso de Enseñanza Aprendizaje (Maestro de APEA)

Este perfil se convertiría en un especialista en Diseño Universal para el Aprendizaje, conocedor en profundidad de todos sus puntos de verificación y las formas de incluirlos en las actividades del aula, buscando el objetivo de que cada alumno/a pueda acceder a la información, construirla e interiorizarla según sus propias posibilidades. Esto lo emplazaría disponer de un amplio abanico de competencias digitales docentes, y no digitales, para contribuir a la participación del alumnado.

Además, sus funciones serían trascendentales a nivel organizativo, ya que se convertiría en una de las piezas claves para dinamizar propuestas de docencia compartida, donde el propio concepto de apoyo tendría un sentido amplio en una escuela que pretende ser inclusiva, extendiéndose más allá del apoyo al ACNEAE, para abarcar el apoyo a cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje del aula. En esta nueva visión, los centros educativos evaluarían las necesidades educativas de todas sus aulas para determinar las que mayores barreras presentan al alumnado, para que, de esta manera, el maestro/a de APEA ofreciese su apoyo a las aulas con mayores barreras detectadas, en un proceso dinámico y constante. Esto reduciría uno de los principales problemas con los que se enfrentan los actuales maestros/as de PT o AL para entrar en las aulas ordinarias, la gran ratio de alumnos con NEAE asignados, ya que, en este proceso, al maestro/a de APEA se le asignarían apoyos a aulas, y no a alumnos concretos, independientemente de los NEAE que tenga cada aula. Resulta más beneficioso que un apoyo se le ofrezca a un aula con mayores necesidades aunque no esté escolarizado ningún NEAE en la misma, que ofrecer el apoyo a un solo niño con NEAE.

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También a nivel organizativo debería ser la figura que sirva de puente informativo entre los tutores y/o especialistas y el maestro/a Especialista en Ajustes Razonables, coordinándose en la atención más específica que recibiría el alumnado con mayores dificultades.

Y uno de los aspectos más destacados entre sus funciones sería la de infusionar Programas Específicos de Intervención en el currículo del aula ordinaria. Este sería uno de sus grandes retos. La infusión de estos programas pasaría por la integración de actividades dirigidas a fomentar, potenciar y estimular diferentes áreas del desarrollo durante el transcurso de las Unidades Didácticas del Aula. Esto requiere conocer y aplicar estrategias centradas en las competencias clave, la acción tutorial y el ajuste a las necesidades personales del aula.

Asumir este rol es asumir que de una vez, los docentes de APEA, centren todos sus conocimientos, recursos y habilidades en la minimización de barreras del aula ordinaria, y abandonemos el trabajo individualizado con métodos «terapéuticos» basados en programas cuyas actividades estandarizadas hacen que sean los niños los que se ajusten a los métodos, y no los métodos a los niños/as, pero que además, no tienen un objetivo final de participación con sus iguales, sino de «tratamiento» de sus dificultades. El maestro de APEA tiene una nueva misión: la búsqueda de la presencia, participación y progreso de todo el alumnado.

Pero para que este especialista puede generar recursos que minimicen las barreras del aula, deberíamos tomarnos en serio la importancia de su labor, y habría de disponer de un horario que le permita, tanto la coordinación con su Equipo Docente, como la elaboración e incorporación de esos recursos a los diseños didácticos del aula.

 

A modo de síntesis, así podríamos delimitar las posibles funciones y competencias del maestro/a de Apoyo al Proceso de EA (APEA):

  • Conocer extensamente las estrategias a emplear para aplicar el Diseño Universal para el Aprendizaje.
  • Infusionar programas específicos en los diseños didácticos del aula ordinaria focalizados en la incorporación de las competencias clave.
  • Participar en la elaboración de los diseños didácticos del aula de forma coordinada con los tutores y especialistas.
  • Valorar las necesidades educativas de las diferentes aulas ordinarias de cara a planificar los sistemas de apoyo a sus procesos de enseñanza-aprendizaje.
  • Participar en la organización de horarios de planificación de los apoyos a las diferentes aulas del centro en función de las necesidades educativas detectadas en cada una de ellas.
  • Ejercer la docencia compartida, facilitando el proceso de enseñanza-aprendizaje del aula.
  • Elaborar material para la accesibilidad de todos los diseños didácticos generados en el centro.
  • Coordinarse con los maestros Especialistas en Ajustes Razonables para trasvasar información sobre aquellas barreras que no se pueden ser salvadas por determinados alumnos/as.

El/la maestro/a Especialista en Ajustes Razonables (Maestro/a EAR)

Por «ajustes razonables» se entenderán las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o indebida, cuando se requieren en un caso particular, para garantizar a las personas con discapacidad, el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con los demás, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales.
Con este artículo, la ONU nos emplaza a que, cuando se hayan puesto en juego todas las estrategias de las que dispone un centro educativo para facilitar la accesibilidad y universalidad de su alumnado, y éstas resulten aún insuficientes para responder a un determinado alumno o alumna con discapacidad o dificultades graves de aprendizaje, ofrezcamos una respuesta o adaptación más específica y personalizada para facilitar la participación de este alumnado en la dinámica de su aula.
Por este mismo motivo, necesitamos definir un perfil docente mucho más especializado que el maestro de APEA, conocedor de las diferentes patologías, de las dificultades específicas que pueden surgir para el aprendizaje, y de los ajustes, adaptaciones, recursos y apoyos más idóneos para este tipo de alumnado.
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Entre sus funciones estaría la de atender, de forma individualizada, cuando no sea posible esta intervención dentro del aula ordinaria, estimulando aquellas áreas del desarrollo que requieren una intervención muy específica. Se trataría de diseñar, aplicar y evaluar programas específicos de intervención cuya puesta en práctica no puede realizarse de forma infusionada en el currículo. Para ello, se habría de delimitar por consenso y con una visión más científica, aquellas áreas o ámbitos del desarrollo cuya intervención se entienda como un pre-requisito fundamental para aprendizaje, y que requiera de un ambiente de trabajo individual o en pequeño grupo. Esta delimitación haría que solo en aquellos casos en los que el alumno/a la requiera, se le asignaría la intervención de esta maestra/o EAR. Sin duda, los Equipos de Orientación tendrían un papel fundamental a la hora de delimitar las necesidades específicas de este alumnado, y de asignarle el recurso personal mencionado.
Si esto se llevase a la práctica, reduciríamos enormemente el exceso de alumnado con NEAE que actualmente se le asigna a los maestros de PT y/o AL, y se aplicaría la normativa cuando hace referencia a que «se llevarán a cabo fuera del aula sólo aquellos PE que necesiten de una especialización y de un entorno de trabajo y/o recursos que permitan desarrollar los objetivos planteados».
Una especial mención habría que hacerse a la intervención en los problemas de comunicación, donde este especialista sería prioritario en aquellos casos en los que el alumnado está en proceso de adquisición del lenguaje o algún sistema alternativo o aumentativo que le facilite la comunicación con su entorno.
Además, sería el encargado de facilitar los recursos, adaptaciones y apoyos específicos e individuales que un alumno o alumna concreta requiera para trabajar en el aula ordinaria junto a sus compañeros/as. Por ello, el maestro/a EAR debe ser un conocedor de los hardware, software y materiales técnicos que faciliten la asistencia, accesibilidad y participación de su alumnado.
Cuando el alumnado con NEAE se encuentre escolarizado en aulas de Educación Especial, bien sea en centros ordinarios, o centros de Educación Especial, sería el encargado de tutorizar este aula. En el centro educativo, sería el encargado de asesorar sobre las mejores formas de atender a un alumnado con dificultades muy específicas, y de establecer mecanismos y puentes para que la inclusión educativa se ofrezca de manera simultánea entre el aula específica y el aula ordinaria, generando modalidades de escolarización combinada que fuesen, progresivamente, ampliando los tiempos de este alumnado en las aulas ordinarias.

Por todo ello, el maestro/a Especialista en Ajustes Razonables (EAR), tendría encomendadas las siguientes funciones y competencias:

  • Responder a las necesidades de aquellos/as alumnos/as que, por sus capacidades personales, no pueden salvar determinadas barreras.
  • Trabajar aspectos muy específicos de los pre-requisitos para el aprendizaje y la participación que necesitan una atención individualizada que no puede ser ofrecida en el marco del aula ordinaria.
  • Responder a las necesidades del alumnado con dificultades graves en la adquisición y desarrollo de la comunicación y el lenguaje.
  • Desempeñar labores de tutor/a de aulas de Educación Especial en centros ordinarios y específicos.
  • Dinamizar experiencias de escolarización combinada y/o favorecer la inclusión de su alumnado en las aulas ordinarias.
  • Asesorar al profesorado de las aulas ordinarias sobre las mejores formas de eliminar barreras que este alumnado encontrará en sus diseños y propuestas didácticas.

Una cuestión de opiniones

De todas formas, esto solo es una visión muy particular y personal que tengo, asumiendo que no tendrá ninguna trascendencia y no llegará a ninguna parte, y que además tampoco coincidirá, probablemente, o al menos a cien por cien, con tu visión. Es probable que pienses que la inclusión es una gran mentira que solo pretende prescindir de los maestros de PT y AL, o eliminar esta o aquella modalidad de escolarización. O es posible que pienses que el perfil del PT y AL debería eliminarse sin más para que todos los docentes pasen a ser maestros de Atención a la Diversidad.

Quizás seas docente de PT o AL y veas amenazada tu forma actual de atender a tus alumnos/as, pero el objetivo es establecer un marco para el diálogo donde el objetivo común sea el bien del alumnado, por encima de nuestras pretensiones personales.

Pero solo el hecho de que hayas llegado leyendo hasta aquí, demuestra que el tema del papel del maestro/a de PT o AL, es un tema que nos interesa y nos preocupa, y algo hemos de hacer. Al menos, opinar.

Gracias por tu atención.