El ser o no ser en las oposiciones
Como cada trimestre, la Revista Aula de Innovación Educativa, en su número 316, me publica un artículo en la sección «En voz alta».
En esta ocasión he escrito sobre un tema que me toca de lleno y del que no podía dejar pasar la oportunidad para apoyar y desear suerte a todos y todas las que en estas fechas os tenéis que presentar a las oposiciones al cuerpo de maestros.
Oposiciones… ¿de calidad?
Hoy quiero alzar mi voz, en voz alta, para acordarme de todas aquellas personas que se enfrentan a un proceso de oposiciones en el que se juegan toda su ilusión, esfuerzo y futuro a una sola carta.
Son muchas las personas que acceden a esta prueba por enésima vez, tras un largo período en el que se han tenido que sentar, una vez más, a estudiarse el tema 1, a tratar de demostrar que son válidos como docentes, a pesar de que muchos y muchas llevan ya varios años haciéndolo y acreditando su aptitud y su actitud. Pero deben ajustarse a un proceso que no valora estas capacidades, sino que valora otras que tienen que ver más con la capacidad de memorización, de expresión escrita o de la suerte con los tribunales asignados, y no tanto con la pedagogía, la innovación o la vocación profesional.
El interino debe enfrentarse a la búsqueda de un equilibrio que no está marcado en ninguna parte, sino que obedece a la concepción que un tribunal, constituido por docentes elegidos al azar, tenga sobre lo que es innovador o no, o sobre lo que es inclusivo o no. Y aún así, este proceso se jacta de ser un proceso equitativo, cuando todo depende de una percepción totalmente subjetiva.
¿Dónde está el equilibrio entre una programación con metodologías activas, para demostrar conocimientos sobre innovación, y así contentar al tribunal con estas inquietudes; y entre una programación más clásica para contentar a sus miembros más tradicionales? ¿Cómo saber si el tribunal entiende que la inclusión es atender a la diversidad del alumnado dentro su propia aula o, por el contrario, entiende que la diversidad debe atenderse por especialistas diferentes en sitios diferentes? ¿Dónde se marcan estos criterios?
Todo esto se convierte en un desafío peor cuando el opositor accede desde el mundo universitario, alejado totalmente de la realidad de las aulas. Este título avala para ejercer como docente con unos conocimientos que poco o nada pueden aportar para superar una prueba en la que te exigen conocer cómo funciona un centro, programar por competencias o manejar herramientas de gestión docente a las que no tienen acceso ni conocimiento. Pero las oposiciones siguen siendo consideradas como un proceso de igualdad en mérito y capacidad. Aunque unos conozcan de primera mano aquello por lo que se les pregunta, pero otros ni siquiera hayan sido informados sobre ello.
Y a todo esto le sumamos las incertidumbres, las ambigüedades en las convocatorias, las plazas asignadas, la suerte en los temas, y sobre todo los bulos, las ahora llamadas fake news, que llaman a la contrariedad, a la duda y a la desesperación a estos opositores, ya de por sí saturados.
Aprovecho este espacio para hacer una mención especial a todos los opositores y opositoras que este año se han formado conmigo y con nuestro equipo de Aula Desigual. Hemos construido una comunidad de personas inigualables que ha crecido a base de la cooperación, la ayuda mutua, la solidaridad y el respeto. Nos hemos alejado de aquella vieja y manida idea de la competitividad para lograr el éxito, y hemos aprendido que compartir es crecer, que colaborar es aprender de forma horizontal donde todos nos hacemos grandes. No somos oponentes entre nosotros.
Y en este proceso de co-construcción de nuestra apuesta por conseguir nuestros sueños hemos trabajado, no solo para aprobar unas oposiciones, sino para que cuando estemos dentro del sistema, tengamos las herramientas necesarias para poder transformarlo, al más puro estilo del caballo de Troya, y consigamos construir escuelas donde todos y todas tengan cabida, el alumnado y el profesorado, el interino y el funcionario, el innovador y el tradicional.
Esta colonia de personas ha tenido que resistir a una pandemia, a una suspensión de convocatoria, a dos cursos de protocolos covid, a un cambio de legislación (que sí, que podéis citar la LOMLOE), a un cambio de modelo de oposiciones que después de dos meses no se llevó a efecto -con el tiempo perdido y motivación que se quedó en el camino-, y hasta a una guerra. Algunas habéis sido madres y habéis seguido con el intento, otras habéis tenido que renunciar a momentos que no volverán junto a vuestros pequeños. A más de una le ha costado la relación y a otros el dejar el trabajo. Un alto precio para conseguir vuestros sueños. Sois increíbles.
Por favor, Administración Educativa:
TRÁTENLOS CON EL RESPETO QUE SE MERECEN
Es por esto por lo que va toda mi admiración y respeto por estas personas, todas las opositoras y opositores de España, que se preparan durante meses para una prueba cargada de incertidumbre que les permita dedicarse en cuerpo y alma a aquello en lo que sueñan: ser docentes.
!Ánimo y suerte, futuras docentes!