La inclusión educativa: análisis de una lucha
Propuestas para el cambio
El verdadero concepto de inclusión
La inclusión en lucha
De la denuncia a la acción
Reflexiones finales
La búsqueda de la inclusión educativa puede pasar por muchas fases y plantear diferentes formas de abordarla, sin embargo la única posible es la actitud por parte de todos. Cambiar mentalidades, desaprender modelos anclados en nuestro sistema de enseñanza cuesta, y cuesta mucho.
La reflexión a la que llego después de este largo año, lleno de buenas intenciones, es que en el modelo actual que tenemos no es posible la inclusión educativa, la escuela para todos, la personalización de la enseñanza.
Las trabas que ponen la cultura del esfuerzo, la evaluación normativa, la zona de confort docente, la pasividad de las administraciones, los intereses económicos, la permanencia de las clases… y tantas y tantas cosas, son demasiado importantes para que en nuestro modelo educativo se tengan en cuenta las diferencias individuales.
¿Realmente se quiere tener una escuela que ofrezca las mismas posibilidades a todos? ¿Realmente le importa a un padre de un niño «normal» que su compañero «deficiente» alcance todo su potencial? ¿o a un docente estancado la participación de todos los niños en sus métodos de aula?
He venido hablando de tres caminos complementarios y necesarios para alcanzar la plena inclusión: culturas, políticas y prácticas. Y creo que esta casa se está comenzando por el tejado: algunas pocas voces proponen prácticas inclusivas en sus aulas; muchos menos son los centros que instauran políticas de este tipo en sus centros (pioneros sin duda), pero prácticamente inexistente es el camino hacia una cultura inclusiva. Una cultura que pasa por un cambio de mentalidades, por una aceptación de la diferencia, por un respeto al ser humano como ser humano -sin condiciones ni capacidades-.
Verdaderamente la piedra angular de esta propuesta la sustenta la comunidad educativa en su conjunto. Y creo que esta comunidad viene con muchos años de un aprendizaje anclado en las mentes en el que se ha dado por buena la máxima aquella de que «no todos servimos para estudiar», sin cuestionar nada más, sin analizar las repercusiones en cada persona -en la propia persona-. Una máxima que excluye, que forma mano de obra barata, que conduce y reconduce personas y personajes al antojo de un sistema feroz que dominan aquellos que «sirven para estudiar».
Ese debe ser nuestro reto en el curso 2016-2017
Muy felices y merecidas vacaciones. Gracias por todo lo compartido este curso en blogs y redes, Antonio.
Buen resumen del trabajo de todo un año. Encantada de haberte leído durante este curso. Felices vacaciones.