Hoy tenemos la suerte de volver a contar con otro estupendo artículo de Paulina y Silvana relacionado con la escuela que tenemos y la que soñamos. 

Silvana y Paulina son dos mujeres que no cejan en su empeño de hacer una escuela inclusiva y abierta para todos. Ellas han creado un portal excepcional llamado La Rebelión del Talento donde explican lo siguiente:
Hoy hemos dicho ¡BASTA! y hemos decidido abrir una ventana al mundo para que todos los que os sintáis igual, luchéis con nosotras para poner fin a este sometimiento, a este absurdo, a este sufrimiento y a la estupidez de negar la individualidad. 
Llevamos años luchando para que nuestros hijos reciban aquello a lo que la ley les da derecho, para, tras supuestamente obtenerlo, darnos cuenta de que no sirve, de que no es suficiente, de que no vale.

La RAE define endogamia, en su primera acepción como: «Actitud social de rechazo a la incorporación de miembros ajenos al propio grupo o institución.» Quizás esta acepción nos deja entrever que una escuela endogámica es aquella que rechaza y excluye a aquellos elementos que no son considerados como miembros del grupo, aunque lo sean por derecho, solo por el hecho de ser diferentes. Una escuela donde el fin de continuidad de su propio ecosistema está por encima de los individuos que lo conforman.

Con todos vosotros… La Rebelión del Talento…


¡HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA:
LA EDUCACIÓN ES ENDOGÁMICA!

La educación esta en el centro de mira de nuestra sociedad. Todo el mundo opina sobre ella, es cierto y esto causa el enfado o malestar de algunos educadores. Sin embargo, ¿no era ya hora de que esto fuera así?

La educación es un pilar clave de nuestra sociedad, y por mucho tiempo no le hemos prestado atención. No formaba parte de nuestras preocupaciones. La escuela por tanto, no ha necesitado cambiar y por 2 siglos apenas lo ha hecho. La sociedad ha permanecido ajena a ella y ella ajena a la sociedad.
Sin embargo, mientras la escuela apenas cambiaba, todo a su alrededor ha sufrido un giro de 180º y de repente, aprobar y tener un título ya no es suficiente. La crisis, al contraer y convulsionar el mercado de trabajo, ha abierto la “caja de Pandora”. E igual que cuando un entrenador pierde el partido, todo el mundo ahora opina sobre las jugadas y los cambios que se podrían haber hecho.. y no se hicieron. Son los “opinologos” tan criticados desde dentro de la educación. Pero … ¿de verdad los que no somos maestros o profesores no tenemos nada que decir sobre educación?

Nuestro campo de experiencia se centra en la empresa. De todos los modelos de organización, la empresa es, con creces, la que ha mostrado más eficacia para adaptarse, crecer y adelantarse a los cambios. Y lo hace gracias a que se concibe como un ecosistema que actúa y se relaciona con la sociedad de forma permanente y permeable:

ESCUCHA A SUS CLIENTES.

Ninguna empresa avanza, crece, siquiera subsiste sin conocer a sus clientes. En la empresa todo parte de un buen estudio de mercado y continúa con una buena base de datos donde refleja cualquier dato obtenido de sus clientes y consumidores.

La escuela sin embargo raramente escucha a sus clientes -los niños y sus familias-. No existen cauces formales y habituales de comunicación. La escuela no tiene datos sobre las familias que le permita conocer su grado de satisfacción, sus necesidades (cambiantes) en cada momento de la relación, sus expectativas y ni tan siquiera los recursos que cada una podría aportar a la comunidad de aprendizaje.

La escuela tampoco conoce a sus clientes. Muchos de ellos pasan hasta 15 años en un centro y apenas se conocen sus fortalezas, debilidades, intereses, extraescolares a las que acude, competiciones, deportes, temas que le suscitan interés, background familiar… Lo conoce el maestro de cada año sobre algunos de sus alumnos, y después de unos meses de convivencia. Y el curso que viene… vuelta a empezar…

SE TRABAJA DE FORMA COOPERATIVA.

La empresa se organiza alrededor de departamentos especializados cuyo trabajo consiste en servir a otros departamentos a los que se les llama “clientes internos”. En la empresa hay especialistas de diversas áreas: psicólogos y sociólogos (recursos humanos, coaching e investigación de mercados), financieros (economistas), abogados (derecho), ingenieros (producción y tecnología), informáticos (sistemas), análisis de datos (estadística y econometría) y los especialistas en marketing que se encargar de tender los puentes entre el mercado y la empresa, el producto/servicio y las necesidades de sus clientes, y por supuesto, de las estrategias de comunicación. La empresa, pues integra la experiencia y conocimiento de diversos campos y áreas y es la interacción de éstos y su permanente actualización las responsables de su eficacia.
La escuela sin embargo y hasta hace muy poco ha permanecido ajena a los avances de la psicología (desarrollo y aprendizaje), la sociología (organización y agrupamientos), la comunicación (con sus clientes internos y externos), la neurociencia, la tecnología o cualquier otra disciplina, pues, todo lo que viniera de fuera es desoído, incluso despreciado.
En la escuela, cada departamento, cada maestro o profesor, trabaja de forma autónoma y aislada sin compartir información, proyectos, visión, metodología, innovación. Así los alumnos van de aula en aula como la bola de los juegos del pinball, “chocando” contra distintas metodologías, conociéndose de nuevo en cada curso y cada asignatura. Son anónimos usuarios de un servicio que no siempre tiene vocación de servirles y contra el que no cabe reclamación.

SE ANALIZA Y APRENDE

La labor de la dirección de una empresa es la de analizar el mercado, la competencia, las fortalezas y debilidades propias y ajenas, los cambios sociales, hábitos de vida y gustos, para buscar oportunidades de crecimiento, mejora de la eficacia o innovación. Además la empresa esta alerta a cualquier innovación en cualquier campo para incorporarla en sus procesos si ésta puede suponer alguna mejora.

Las escuelas no hacen ningún tipo de auto-análisis. ¿Qué hemos hecho bien? ¿Dónde hemos fallado? ¿Cómo podemos mejorar?. Y si algún alumno se va del centro ni tan siquiera intentan averiguar por qué. Permanece ajena a los cambios e incorpora innovaciones con muchos años de retraso y de forma muy lenta. Para cuando éstos llegan, muchos incluso están ya obsoletos.

PERSONALIZA EL SERVICIO

En el siglo XIX las primeras grandes corporaciones se organizaban en torno a la producción en masa y ésta bajo criterios de eficiencia de la producción que buscaba un producto lo más homogéneo y sencillo posible para reducir los costes de producción y los recursos utilizados. La mano de obra contratada sólo tenía que repetir tareas durante toda su jornada laboral y cada año se añadían muy pocos cambios o ninguno. Cualquier trabajador pasaba toda su vida laboral haciendo las mismas tareas, en el mismo puesto y sin enriquecerse de otros entornos.
Pero en el último tercio del siglo XX, la empresa empezó a entender que para ser competitiva y crecer, necesitaba personalizar su servicio o producto. Se acercó a otras disciplinas que le ayudaron a conocer mejor su mercado y a otras técnicas para segmentarlos y agruparlos. Y estos agrupamientos son flexibles y evolutivos pues la empresa sabe que las personas evolucionan y con ellas sus necesidades, y que nuestros intereses y perfiles, nuestros afines, son distintos para según que objetivo, producto o servicio. 
Para la empresa el cliente es el rey y todo se organiza para servirle a él

La escuela sigue centrada en la eficiencia del proceso de enseñanza que se estructura como un servicio “en masa” que en lugar de adaptarse y personalizarse, reclama re-educar o adaptar a aquellos “clientes” cuyas necesidades no se ajustan al servicio que se distribuye. Para ello los saca del aula y, mediante la figura de un profesor de apoyo, trata de “ajustar” a ese cliente para que acabe aprendiendo en el modo en que se le enseña. Cuando el que presta el servicio (educador) y el que lo recibe (alumno), no se ajustan, la culpa, siempre es del alumno
Para la escuela el sistema es el rey y todo ser organiza para servirle a él

SE COMUNICA

Las empresas ponen muchos esfuerzos en comunicarse, no sólo con sus clientes, sino con sus empleados, competidores, proveedores, accionistas. Con la aparición de las redes sociales además, el concepto de “crear comunidad”, trabajar la fidelidad de sus clientes acercándose cada vez más a ellos, propiciando un mayor conocimiento mutuo. Y la que no lo hace, sabe que acabará perdiendo el carro de la competitividad.

La escuela no se comunica con las familias, y tampoco es escuchada por sus accionistas, no siempre se hacen esfuerzos por crear comunidad, como mucho se permite a las AMPAS opinar o proponer extraescolares. Tampoco los maestros / profesores se comunican entre ellos para organizar sus aulas y temarios, sus metodologías, generar propuestas o compartir conocimiento sobre los alumnos. Y sólo algunas escuelas peculiares trabajan el concepto de “comunidad” entre sus alumnos con actividades como asambleas, proyectos fuera del aula –y dentro del centro-, contactos inter-aulas e inter-cursos.

INTERACTÚA Y SE RELACIONA.

Como hemos dicho, la empresa se concibe como un ecosistema vivo y en evolución. Se relaciona no sólo con otras empresas, sino con sus clientes, y proveedores, la banca, la administración, la prensa, la competencia, las start ups, la tecnología, los profesionales de la salud, de la alimentación, todo lo que tenga que ver con los seres humanos interesa a la empresa, porque cuanto más sabe sobre el ser humano, mejor sirve a sus clientes externos y también a sus clientes internos (empleados).

La escuela sin embargo es un ecosistema estático y aislado, cerrado sobre si mismo que reacciona con suspicacia, recelo y rechazo ante cualquier conocimiento que venga del exterior.
La escuela no aprende y por eso en ella, se ha dejado de aprender. La escuela es endogámica y como todas las sociedades endogámicas, tiende a desaparecer.

CUANDO LA ESCUELA DESAPAREZCA, SURGIRÁN LAS COMUNIDADES DE APENDIZAJE

Y cuando esta escuela desaparezca, surgirán las comunidades de aprendizaje. Centros interactivos, abiertos y permeables, atentos a cualquier innovación y novedad y con una elevada vocación de servir a sus clientes, los alumnos.

Esta escuela partirá de lo que Renzulli viene a llamar el “portfolio del talento”, un dossier (informático por supuesto), que recoge datos relevantes sobre sus “clientes”/aprendices: Perfil psicométrico, estilo de aprendizaje, estilo de expresión, personalidad, carácter, hitos evolutivos, aspectos emocionales, sociales y familiares, intereses dentro y fuera del curriculum, que aportan una información rica y necesaria para entender sus necesidades individuales y potencial para trabajarlo de forma explícita. Información, que, por supuesto, es compartida y enriquecida por todo el profesorado y personal del centro a lo largo de la vida académica del alumno.

Así, la escuela diseñará un curriculum flexible y abierto y permitirá a los alumnos elegir las materias que desean en cada momento de su desarrollo y del curso, materias que se irán renovando y enriquecimiento, incorporando novedades, desechando aquellas que no suscitan interés, y reforzando las que si tienen “demanda”. Y cada escuela tendrá su propia oferta curricular, pues ésta se adaptará a su entorno concreto, buscando la especialización para mejor adaptarse a cada nicho de mercado.

Por supuesto, en estas escuelas no sólo los alumnos, sino también todo el equipo de docentes trabajará de forma cooperativa, sirviendo a un mismo proyecto, compartiendo visión, metodología, herramientas y formación, interactuando unos con otros y estableciendo objetivos personalizados para cada alumno y cada aula.

En estas escuelas trabajarán y aportarán profesionales de distintas disciplinas. Desde diseño del espacio y decoración, cocineros y nutricionistas, coachers y psicólogos que trabajen la inteligencia emocional, mindfulness, fortalezas personales y relaciones sociales, además de expertos en distintas áreas de conocimiento desde matemáticos, científicos, ingenieros, informáticos, diseñadores, actores, pintores, empresarios y pedagogos, que ya no serán emisores de contenidos sino mentores y guías que aportan las herramientas necesarias para apoyar el desarrollo de cada menor y su camino hacia su especialización y crecimiento.

Los niños aprenderán contenidos relevantes y significativos para su futuro, integrando la inteligencia artificial como un compañero o recurso más, al tiempo que desarrollan competencias. En especial la de aprender a aprender y hacerlo disfrutando, cooperar y desarrollar proyectos, compartir y escuchar a los demás, hacer valer su opinión, reflexionar y pensar. Niños que desarrollan su pensamiento crítico y creativo aplicando conocimientos para resolver retos y problemas, en especial aquellos que son propios del siglo XXI: desarrollo sostenido, sociedades multiculturales, integración, inteligencia artificial …
En esta escuela todos opinan, y la opinión de todos es importante. Se toman decisiones en conjunto y todos, también las familias, forman parte de una comunidad que aporta y sale al exterior, no sólo físicamente, sino a buscar nuevas áreas del saber, nuevas experiencias, nuevas tecnologías, nuevos descubrimientos y nuevas herramientas. Una escuela en continuo movimiento, un ecosistema en continúa evolución.

Y entonces la escuela será de verdad inclusiva. No sólo porque ningún niño será obligado a alcanzar y encajar en un estándar, sino porque todos los niños serán respetados por lo que son y podrán desarrollar su potencial en aquellas áreas para las que muestran capacidad y motivación, al ritmo que les es propio.

Esta escuela ya existe. Algunos ejemplos son las escuelas democráticas o las instituciones de enseñanza superior que han roto las estructuras de clase clásicas (M.I.T.), las experiencias de aprendizaje on line (Khan Academy, etc..) y homeschooling. En estas escuelas no existen problemas de motivación o implicación del alumnado, no hay problemas emocionales o de comportamiento, no hay acoso ni fracaso. Sólo hay niños desarrollando sus talentos plenamente, en un entorno 100% inclusivo y enriquecido.

Y para esta escuela hay que prepararse y a esta escuela hay que abrirse.

Abraham Maslow, autor de “El hombre autorealizado, hacia la psicología del Ser”, escribió en 1968: “Todas las personas tienen un intenso deseo de desarrollar completamente su potencial, para alcanzar un nivel de autorrealización”. La autorrealización es el principal componente de la felicidad.

Wiston Churchil declaró en 1943 durante una conferencia en la Universidad de Harvard: “Hasta ahora la riqueza de las naciones ha dependido de su capacidad agrícola, su ingenio y fuerza para librar batallas, sus materias primas, su producción industrial, su población, o su potencia financiera. Hoy el talento se ha convertido en la mayor fuente de riqueza de una nación”.

Y como apunta J.A Marina “Existe una correlación entre el talento de una nación y la calidad de su educación. La escuela es la generadora de talento, luego la educación es la gran generadora de la riqueza de una nación”.

Así, cuando la escuela se centra en desarrollar el potencial de cada uno de sus alumnos y lo hace consciente de cuál es este potencial y cuáles son los estímulos y herramientas que necesita para desarrollarlo, es cuando la escuela se convierte en un centro inclusivo que sirve de forma efectiva las necesidades de cada uno de sus “clientes”.